20 enero 2009

GABRIELA CAMPOS: UN ÁRBOL CON PROFUNDAS RAÍCES

Gabriela Campos es una joven artista plástica nacida en Los Mochis, Sinaloa, que motivada por el anhelo de conocimiento y de esta manera ampliar sus horizontes como pintora, actualmente lleva iete años viviendo en la capital de Oaxaca.
En su haber tiene más de una docena de exposiciones individuales y una veintena de exposiciones colectivas. Entre las menciones honoríficas que ha obtenido figuran el XI Salón de la Muerte José Guadalupe Posada, de Los Mochis, Sinaloa; la primera y la segunda Bienal del Pacífico Paul Gauguin, en Acapulco, Guerrero.
Confiesa que desde niña le llamó la atención dibujar. En la adolescencia, se fue a Guadalajara y estudió diseño gráfico. “Desde esa época tenía muchas ideas y no las podía transmitir o plasmar en el papel, así que me metí a clases de dibujo y a un taller de arte, eso me fascinó, al terminar
el curso mis maestros me pidieron que le pusiera color y así fue como empecé con la pintura.
“Después de eso ni quería terminar diseño, pero hice las dos carreras, estudié dibujo y pintura como cinco años y la carrera de diseño gráfico”.
A partir de ahí se considera un poco autodidacta: “he tomado muchos cursos, me puse a estudiar grabado en Guadalajara con Cornelio García, luego estuve en contacto con los artistas oaxaqueños, me invitaron a tomar un curso allá, me decidí ir por tres meses y ya llevo siete
años”.

Oaxaca. El espíritu de aventura y la búsqueda de una identidad plástica la llevó a residir en una de las ciudades más antiguas y ricas culturalmente que hay en la República Mexicana. La decisión de vivir en Oaxaca fue como un flechazo: “Es una ciudad preciosa, colonial, con una profunda cultura, tradiciones y costumbres. Tenía muchas ganas antes de radicar en el
extranjero, pero considero que como artista y también como persona debes tener bien cimentadas tus bases, tu identidad como mexicana, y por eso quise irme a un lugar donde pudiera estar en contacto vivo con todas las tradiciones y la cultura y por esa razón pensé en Oaxaca porque ya tenía el contacto, me había gustado la ciudad y decidí irme ahí a emprender un nuevo camino porque hay mucha vida cultural, muchas galerías, aparte, la mayoría de los artistas reconocidos que siguen vivos actualmente viven ahí, como Francisco Toledo, y también Sergio Hernández, Zárate, Leyva, muchos maestros que son reconocidos y por eso me llamó la atención”.
Reconoce que el hacerse de un nombre en Oaxaca ha sido difícil. Uno de los obstáculos que tuvo que sortear fue que dejaran de considerarla ‘sinaloense’: “Ahora, después de siete años ya el instituto Oaxaqueño de la Cultura y las instituciones culturales de por allá me incluyen en los catálogos de artistas oaxaqueños y me invitan a exposicionees colectivas con oaxaqueños, pero ha sido un poco como ‘picar piedra’”.

Árboreo. Fernando Solana describió así a la pintora mochitense: “El tema elegido por Gabriela durante los dos últimos años ha sido el árbol, el símbolo eterno de nacimiento, vida y muerte.
En sus acuarelas, monotipos, grabados y pinturas al temple es tema en su composición, sus imágenes como una alquímica interpretación de la condición humana.
“Como una reportera que explora y muestra la esencia de los sucesos, crea imágenes que dan un testimonio de nuestras emociones y pasiones, temores y aspiraciones, éxitos y fracasos. Su composición de líneas, formas y contornos retratan esos estados por los que todos pasamos, el sentido íntimo en el que nosotros mismos damos forma en largas y retorcidas raíces buscando los nutrientes, ramas que se extienden o se enrollan en sí mismas, y hojas que se abren al sol o que se voltean ante la inminente tormenta”.

Las raíces. Para Gabriela, el árbol es un elemento filosófico: “me gusta mucho, también me estoy documentando más sobre la simbología del árbol, porque siempre he tenido mi propia idea, mi propio concepto y ahora que me he estado documentando había llegado a muchas conclusiones, las estoy reafirmando y enriqueciendo”.
Coincide al señalar que muchas personas le dicen que esos árboles tan sui géneris son un reflejo de ese arraigo cultural que la caracteriza: “Muchos me dicen que no suelto, que finalmente la raíz es lo más íntimo y yo las raíces las veo como mi casa, mi hogar o mi tierra finalmente.
“Porque por más tiempo que me vaya a otras partes siempre voy a ser de acá y voy a tener la misma mentalidad, como el norteño.
Me dicen que soy diferente y les digo que soy norteña, y soy sincera, soy derecha, y abierta y muchas veces eso no lo entiende la gente, y está bien, es finalmente lo que somos, y la raíz también es la vez el país, o la identidad o tu mismo ser que no lo vas a soltar, tu escencia no cambia por más que te modifiques, sigue estando ahí.”


Proyectos. Campos dijo que entre los proyectos a corto plazo que quiere cumplir está el perfeccionar la técnica del óleo. Aunque no dejará la acuarela que confiesa que desde que la aprendió le gustó mucho.
La mayoría de sus obras son de formato pequeño y mencionó que no se ajusta a un solo estilo porque le gusta combinar lo figurativo con lo abstracto.



*Reportaje publicado en el suplemento "Ancla y Estrella", de el periódico El Debate, el domingo 27 de abril de 2003.