22 enero 2009

Cómo hay gente sinvergüenza...!

Como preámbulo me gustaría aclarar que debería de dejar de ser taaaaan idealista y visceral. Pero no, son actitudes que conforman mi personalidad y se van afianzando con el paso de los años.


Pero, no se engañen, puedo tener la suficiente sangre fría para cantarle sus verdades a quien sea... o desplegar con toda gracia mi talante cínico. Lo que quiero decir, es que sé reconocer a la gente tal y como es; pero he tenido el buen tino de no desarrollar en exceso la imprudencia para así no gritarles en su cara y llamarlos por sus verdaderos nombres: sinvergüenzas!


Es inaudito que un instituto que se precia de ser el cuidador y protector del "patrimonio" tangible e intangible de los mexicanos (¿acaso tengo que poner el nombre?) esté en manos de un puñado de vivos. Aun y cuando no discuto que entre la gente que labora en tan "noble" institución también haya unos cuantos que si hacen su trabajo y son honestos consigo mismos y con los demás; pero, asumámoslo, ésos son una minoría aplastada por tod@s es@s individu@s (aplicaremos aquí la igualdad de género para no dejar a nadie sentido) hacen y deshacen a su antojo.


Me he involucrado en diversas actividades culturales como gestora, promotora o simple espectadora, sólo para darme cuenta que cuando me toca estar de este lado del escenario, desde adentro, ves a la gente tal cual es... así, sin maquillaje y sin la parafernalia que habitualmente los cubre. Acá adentro son "ellos" y así se muestran ante ti, sin tantita pena (diría Alejandro Fernández). Porque cuando estás afuera disimulan y te dan la mejor cara.


Hace unos días, una amiga, me acusó de portarme como funcionaria... orale! pensé. Y, cuando me explicó su queja muy particular no pude menos que darme cuanta de lo manipuladores y falsos que son estos personajes que sólo buscan el agandalle (si es que se escribe así) y aprovecharse de esos promotores y gestores culturales sin etiquetas (libres e independientes) que sólo buscan el "bien común". ¡Hágame usted el favor!